Para que exista la confianza en la fuerza del Sol interno es necesario permitir que se muestre, que brille e ilumine.
Nos escondemos desde pequeños de nosotros mismos, con el fin de encajar en el clan que nos cuida y protege; y en realidad nos corta las alas. No nos permite Ser.
Cada vez que nos cuestiona y exige un modelo concreto, aún en favor de “nuestro bien”, nos quiere hacer en encajar en algo que no somos.
Y esto, que es natural en la sociedad, es precisamente lo que permite que llegue un día que todo esto nos moleste tanto que peguemos un pedo brutal. Y sin saber exactamente cómo ni por qué, tomemos decisiones erráticas o no que nos acercan un poco más a nuestra verdadera esencia.
Entonces comienza una lucha feroz y dolorosa de darse cuenta, de romper con mucho y muchos. De bucear y experimentar, de conocerse en otros espacios, relacionarse con gente distinta y aventurarse en lo desconocido; para reencontrarse.
Recuperar la conexión con la niña interna que no tiene miedo a mostrar su Sol interno, su luz y sombras es una pasada. Dudo mucho que tenga final.
Por que una vez que la atiendes, aceptas, amas y muestras; es preciso permitirle ser desde la adultez. Sin berrinches ni victimismos.
Es encontrarse con el adulto que recupera aquel niño y lo trata con amor sin vergüenza para mostrarlo. Sabiendo que estas completo y por eso eres merecedor de entregarte a la vida y hacerlo con la plenitud con la que has llegado a la Tierra.
Son tiempos de permitirse que este niño sea atendido y que como adulto te responsabilices de ti. De tu cuerpo, mente, emociones y energía.
Que cortes y apartes de tu vida todo aquello que te sigue limitando.
Que sueñes en grande y vayas a por ello.
Recuerda: prioriza, acciona, suelta y transforma.
¿Tienes la vida que quieres? ¿Cuánto más vas a reprimirte?
En clase y en sesión te acompaño para que esa luz se muestre.
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