Primero de septiembre y ya hace una semana que mi cuerpo y mi mente piden orden.
El disfrute cambia en vacaciones, por que tenemos tiempo y espacios nuevos para no hacer, o hacer cosas diferentes. Para salir de las rutinas más allá del trabajo.
Viajemos o no, disfrutar del entorno desde la no prisa, no obligaciones es un regalo que es bueno aprovechar.
Nosotros nos relajamos y dejamos ir, con lo que nos convertimos en una nueva persona. Mismo entorno, distinta presión; solo podemos sentirnos diferentes.
La importancia de saberse escuchar en esos momentos de calma son la clave para ser capaces de hacer balance. De averiguar si en el día a día eres fiel a quién eres, sientes, deseas y anhelas.
Si tanto en tu cotidianidad, tu trabajo, tus vacaciones y tiempo de hobbies, tus hábitos y disciplinas te representan; o por el contrario sigues unas pautas programadas para otros o por otros.
Con ese chequeo podemos revisar, ajustar y soltar o adaptar las cosas. Comenzar de nuevo con una nueva mirada, con intenciones mejoradas y ajustadas a tu yo actual.
Somos seres cambiantes, la Naturaleza lo es. Hacer las mismas cosas de la misma manera por los siglos de los siglos amén no solo es anticuado, es peligroso y mortífero.
Sobrevive a sí mismo el que sabe adaptarse mejor. Pero ¡ojo! No se trata de adaptarse a la sociedad o a las circunstancias, no cometamos el error de aborregarnos.
El secreto de la felicidad es saber encontrarse uno mismo y convivirse con amor. Darse lo que uno necesita, guste o no. Sabiendo que lo que hace falta hoy, mañana quizás es distinto y también podré dármelo.
Es poner orden constantemente en nuestro maravilloso caos interno. Y así, desde la compasión y la humildad, compartirlo con nuestros seres queridos.
Así que el maravilloso septiembre trae la acción serena y constante, estricta y firme de poner límites a nuestro día a día.
Si necesitas acompañamiento y dirección sabes donde encontrarme en clase o en sesión personal.
¡Feliz comienzo de temporada!
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