Me pregunto algunas veces ¿qué es lo que me hace sentir libre?
Y reconozco que a lo largo de mi vida, lo que creia que me hacía libre ha ido cambiando. Conmigo.
Lo que hoy siento como libertad antes podían ser cadenas.
A medida que he ido experimentando y conociéndome profundamente, también he soltado aquellas creencias que por limitantes me ataban.
Antes mantenerme en constante movimiento y pensar siempre en el siguiente objetivo a lograr me hacía sentir viva. Y era una sensación auténtica y completa para mi. Ha sido a posteriori que he podido observar la motivación escondida, la trampa del ego que profundamente me condicionaba.
La necesidad de sensaciones fuertes, adrenalina, aprobación y sentirme capaz de todo (o mucho).
No me castigo ni quejo por ello, me ha hecho quién soy. He aprendido un montón de cosas y conocido a mucha gente que me ha hecho de espejo.
Reconozco cuál es el origen y lejos de culparlo, me responsabilizo de mis propios pensamientos, palabras y actos siempre que puedo.
Hay ocasiones que aún no puedo. No pasa nada, tampoco me fustigo.
Pero si me doy cuenta que estoy reaccionando en lugar de responder, tomo nota.
Los culpables no están fuera, si me enciendo es cosa mía. Apago mi fuego y reviso las cenizas. ¿De qué material está hecha la leña? ¿Cuál ha sido la chispa que la encendió? ¿Había algún acelerador del fuego? ¿Cómo podía haber evitado el incendio? ¿Qué me está mostrando que aún no he cuestionado?
Y automáticamente agradezco enormemente el proceso.
Ahora mismo lo que me hace sentir libre es lo mismo que me da Paz.
Me libera mi disciplina en la meditación diaria, una buena alimentación, entrenamiento fuerte y descanso.
Me siento libre por dedicarme profesionalmente al acompañamiento físico, mental y emocional de forma holística e integral. Por poder elegir con quién trabajo por que respeta lo que para mí es indispensable, la honestidad, lealtad, la autenticidad y la entrega en hacer las cosas con amor.
Ya sólo empujo si el que quiere ser empujado colabora, pone medios y se esfuerza. No estoy aqui para salvar a nadie, ¡quién coño me pensaba que era!
Me libera profundamente aprender más y más, descubrir los porqués. Me gusta leer y escribir.
Me siento en Paz cuando mi familia tiene lo mejor de mi y me ama a pesar de lo peor de mi. Mi marido de da la tierra fértil y mis hijos el aprendizaje diario ¡son maestros de lengua afilada!
Adoro las conversaciones distendidas, las risas y la relajación de todo lo estipulado, serio y estricto. Con alegría el éxito está asegurado, la falta de ella suspende la razón más obvia.
Antes tener el control me daba seguridad. Ahora confiar en la vida me da la serenidad que necesito para aceptar que ésta es y será cambiante. Y será lo mejor y más adecuado para mi.
Es curioso, la disciplina en conocerme y ser auténticamente yo me ha dado la libertad anhelada.
El futuro narrará lo que hay a continuación, por el momento ¡Vivamos!
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