Juega más. Ríete de ti mismo y tómate menos en serio.
Nada ni nadie es tan importante.
Ponte del revés, dale la vuelta a todo y explora uno o varios nuevos puntos de vista.
Sólo así es posible que la coherencia entre quien eres, lo que sientes, piensas y haces sea fiel a ti mismo.
Tienes la opción de jugar o pelearte con la vida.
Poner límites no es estar provocando discusiones constantemente, es sólo ser capaz de escucharte tanto que sepas perfectamente qué significa cuidarte y qué no.
Es empezar por ti y ordenar tu vida de manera que seas más libre y menos apegado a todo lo que no es beneficioso.
Sentirte bien por escoger con quién pasas tu tiempo, a quién le dedicas atención y no andarte con rodeos.
Es saber decir esto para mi NO, y hacerlo con amor y sin justificarlo.
Utiliza la presencia como herramienta para mantenerte en tu cuerpo y que no te engañe la mente. Evita que dirija tus pasos, que fantasee o te lleve a la locura.
Estos días cuesta más, así que esfuérzate el doble o sufrirás mucho las desilusiones.
Juega como lo hace un niño que solo pone el foco en lo que hace y nada le abstrae.
Que tengan que acercarse tres veces a pedirte que vayas a la mesa a comer por que ni ves, ni oyes nada más que lo que estás haciendo y sintiendo.
Anda, ve y juega.
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