En un plan perfecto que está por encima de mi misma y tratar de reconocer las creencias que me llevan a ciertas emociones durante el proceso.
Esto es lo que estoy practicando desde hace unos días y procuro aprender a diario.
No niego lo que siento, ni lo acallo o escondo.
Me abro curiosa a la experiencia con ánimo de cuestionarme, aprender y aceptar la realidad que está sucediendo.
Ante una situación en la que me reconozco atacada y comienzo el bucle con argumentos expansivos y subjetivos, me hablo.
Me digo para Patrícia, así no. Y me pregunto: ¿Esto es verdad? ¿Es necesario? ¿Es amable?
Solo cuando he conseguido parar la tempestad decido si debo comprenderlo todo.
Y estoy resolviendo más de una rabieta con un: “Vale, es lo que hay. Si me encabrono solo pierdo yo. Relájate y espera tranquila haciendo aquello que te va bien. Aparecerá, si hace falta, la respuesta”
Es estar abierto a nuevas posibilidades que nuestra consciencia ahora mismo quizás no puede imaginar o admitir. Se trata de esperar con Fe, responsabilizándote de lo que si está en tus manos.
Estoy practicando con alegría aquello de no tener todas las respuestas, ni quererlas.
Y os voy a contar que es milagroso.
Se abren puertas, ventanas, te pones lentes, usas vinoculares o microscopio, desarrollando la intuición desmesuradamente. Dejándome guiar por esa fuerza superior que ¡Ojo! ¡Sorpresa! Me da calma.
Es CONFIAR, joder. Dejar de un lado el control y dejarse ir.
En las personas y su propio criterio.
En la bondad.
En la magia y los milagros.
Esta semana en clase conectaremos con nuestro corazón, lo abriremos a la divinidad y dejaremos que surja la Felicidad.
¡Nos vemos!
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