¿Te has preguntado alguna vez por qué nos encontramos con determinadas personas a lo largo de la vida?

¿Por que recuerdas situaciones de la infancia, olores, ruidos, sabores con más claridad que lo que comiste ayer para desayunar?

¿Qué motivo superior hizo que en determinado momento coincidieras con ciertas personas en clase, en un trabajo, de copas, en el gimnasio, en una red social?

¿Qué hace que una situación te haga recordar a algo o alguien? O bien, despierta un recuerdo y este te lleva hasta una emoción que parece no haberse aceptado del todo para que revises algo que quedó escondido.

Es curioso el vínculo que creamos con personas y lo que nos sucede por dentro cuando nos encontramos física, tecnológica o mentalmente con ellas. Como pasa el tiempo, la experiencia, la madurez y algo que te resultaba encantador u horripilante, cambia de balanza.

Me parece maravilloso poder cambiar de puntos de vista tantas veces como sea necesario. No por falta de personalidad, sino por capacidades nuevas adquiridas.

Hoy leía de Sadhguru que “cuando una persona te llama tonto es un insulto, pero cuando lo haces tu a ti mismo es por que has adquirido la inteligencia necesaria para poderlo ver”

Aún trabajo duramente para hablarme con cariño cuando me doy cuenta que hay vínculos que me han hecho mucho daño y que había estado muy equivocada durante la experiencia. Soy consciente que eran necesarias y atraía esa vibración para poder trabajar heridas y carencias. Y procuro que me sigan sirviendo de impulso para vincularme conmigo de la manera más honesta, responsable, leal y amorosa posible a diario.

Conseguir el equilibrio es un esfuerzo magnífico y de disciplina diaria. Convertirse en un experto pasa por el mayor de los autoconocimientos. Que así sea.

Un abrazo ariano, familia.