Autoescucha, silencio, compasión conviviendo con la jarana, vacaciones y movimientos de euforia.
Aprovechar la energía del cielo que pide revisar, ir despacio, sin correr para no dejarte flecos sueltos, cosas importantes atrás, cierres necesarios, eleciones concretas. Y dejarse llevar también por la vida sin responsabilidades laborales, rigideces, las conexiones y relaciones sociales desprendidas de los días de descanso, diversión y, quizás, de viajes.
Días de agradecimiento de base para llevar con la máxima presencia el día a día, allá donde estés, independientemente de los acontecimientos.
Para saber observar en cuánta medida estás alineado con tus objetivos y propósitos, así como la cantidad de realismo ejecutando el programa para lograrlos. Poder discriminar aquello que es un freno o distracción y absorbe energía. Y enfocarte para que septiembre sea una puesta en marcha coherente con lo que sientes, piensas y, sobretodo, haces.
En todas las áreas de tu vida: autocuidado personal, las metas laborales, las relaciones personales y familiares.
Deseo para ti un mes de agosto en el que sepas valorarte y valorar lo realmente importante para ti, así como disciplinarte y poner orden para que puedas honrarlo.
Que nada ni nadie (ni tu ego) pase por encima de lo que consideras indispensable y respetes, por encima de todo, esa bandera.
Tres días de clases en el estudio y volvemos en septiembre.
¡Felices vacaciones, FAMILIA!
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