Experimentar dejar ir el control es un acto de rendición acojonante.
Es soltar toda expectativa ante una situación o experiencia para aceptar, sin peros, lo que la intuición sentencia.
Es hacer, o dejar de hacer, solo por que una fuerza superior te dice que así ha de ser, y punto.
En realidad es un acto de valentía y coraje brutal dejar de pensar tanto y actuar solo por instinto. Confiar que el camino que se toma ahora, es el que hay que andar y dejarse de objetivos.
Y no es fácil, es una dosis de consciencia en vena que no todos podemos digerir de primeras.
Lo que si tengo claro es que si llega, es por que eres capaz de gestionarlo. Y que no hay vuelta atrás.
Que si en cola de embarque una fuerza suprema te dice no subas al avión, no lo haces y cambias de destino. Si sientes que aquello que ibas a comprar no es para ti, en el último instante antes de pagar, sonríes das las gracias y te vas. Lo mismo pasa con las personas.
Puedo asegurarte que todas las veces que esto me ocurre agradezco, aunque no sepa bien bien a quién y sobretodo por qué, aprovechar la oportunidad que se me está ofreciendo. Para mi mayor y más alto bien, sin duda alguna.
La intuición es innata pero se entrena, cuida y mima.
Te invito a hacerlo con la tuya. Seguro que recuerdas perfectamente situaciones en las que no le hiciste caso por quedar bien y te fue fatal. O todo lo contrario.
No la pongas en duda.
Es rendirse a la abundancia universal. Es, por fin, comprenderlo todo y saber que eres infinito.
La meditación y la práctica de yoga te ayudan en este precioso camino.
Vente.
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