Hoy me han hecho pensar acerca de la Rebeldía y los cuatro estados de la Consciencia.
El acto de la rebeldía implica no doblegarse ante lo que se considera indigno, injusto, incoherente, irresponsable, irreal, irrespetuoso… Seguro que podría seguir. Y se trata, no solo de no resignarse a ello, sino que además hay que hacer algo al respecto para conseguir lo contrario.
Siento que esta es la diferencia entre la queja gratuita, propia únicamente del victimismo, y el acto de responsabilizarte de tu implicación hacia tu vida. Lo que ocurre es que es difícil saber distinguir cuándo estás cayendo en el primero, porque es demasiado fácil hacerlo.
Vivimos en una sociedad de constante búsqueda de placer inmediato, de falta de paciencia y perseverancia, llena de excusas y frustraciones, porque creemos siempre mejor aquello que no disponemos de inmediato. Con una falta de compromiso tan bestia que es más fácil copiar lo que hace mal el otro; reafirmarse en las necesidades o pasiones propias, en lugar de escucharse para actuar en coherencia con lo que tu existencia de exige.
Parece más fácil justificarse que comprometerse, recrearse en el «yo siempre he sido así» en lugar de trabajar duro para superar limitaciones y creencias consolidadas. Esto tiene que ver con la consciencia de haber sido inconsciente durante mucho tiempo, e incluso de lo que significaría ser plenamente consciente de la conciencia. Next Top Level, al que quizá no llegue jamás.
Desde que medito y practico yoga he ganado en capacidad analítica. Al principio era como el alimento de los argumentos sobre “quién era”, “cómo actuaba”, «de dónde venía»… Ahora eso ha cambiado, cada «darme cuenta» es un nuevo punto de partida, es un «ahora no sé nada, pero sé que eso no lo quiero».
Sentir una mayor consciencia me retorna a la rebeldía y eso me pone mucho, mucho.
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