Sin pedirnos permiso. Sencillamente por escuchar el cuerpo.
Permitirnos el descanso. El silencio. Apartarnos de la gente. Conectar con la Naturaleza.
Disfrutar de uno mismo, de escucharse, de sentirse, de verse tal cuál eres.
Cuanto más disciplinada soy con aquellos hábitos que me nutren y dan vida, más me permito Ser.
Distingo con facilidad qué si me pertenece y qué es de otros.
Las creencias que hablan de donde vengo pero que no necesariamente me voy a llevar de por vida. Muchas acaban reciclándose, otras directamente al contenedor.
Reconozco en los otros las suyas, los miedos.
Y si antes era muy fácil emitir un juicio interno, cada vez menos.
Permito más también al prójimo.
Permitir no quiere decir compartir tiempo, espacio o energía. Puedo permitirte ser pero tenerte bien lejos, no soy gilipollas.
Mi responsabilidad es cuidarme y cada uno tiene la suya.
El día que uno aprende y experimenta esto, te cambia la vida.
Le doy mucho valor a mi trabajo por que es un aprendizaje constante, en todos los ámbitos. Mi relación con la gente es fuente de inspiración y sabiduría.
¡Que bello y que suerte la mía!
Que agradecida me siento con la oportunidad que me da la vida, a diario, para seguir disfrutando de todo y de todos. Empezando por mi.
¡Os espero en clase! Que se sienta el “disfrute” taurino.
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