La gran mentira de la época actual es creer que el acceso a la información y las infinitas posibilidades a nuestro alcance nos hacen más y mejores.
La necesidad de tener mil planes posibles y creer que así tenemos menos posibilidades de perdernos algo dificulta poner foco en lo que verdaderamente resuena con nosotros. Aquello que nos importa de verdad.
Saber diferenciar entre lo necesario y lo deseable se hace cuesta arriba en un mundo donde todo se hace más o menos asequible.
Detectar lo que necesitas pasa por atenderte de forma completa.
Escuchar al cuerpo acallando la mente, darle los alimentos, descanso, cuidados y movimiento que requiere en este momento. Adaptarte y cambiar los planes si es requerido. Sin permitir que nadie, ni tu mismo, opine al respecto.
El cuerpo no miente, habla. Y si no le escuchas, grita. Enferma.
La mente, por su parte, se pasa el dia haciendo cábalas. Maneja a su antojo tus temores y creencias; y en base a ellas escupe deseos constantemente para que te veas obligado a satisfacerlos ansioso.
Puede estar anclado en el pasado repasando la parte amable de experiencias imposibles de retomar para retenerte, postrado, triste, deprimido. O bien, rememorando conversaciones increíbles en la que el dolor se convierta en sufrimiento cegando cualquier presente mejor.
Acallarla es preciso, generar momentos de silencio dónde abatirla es inevitable.
Y en esa auto escucha surge la esencia, la verdad.
¿Cuál mejor plan que tu mismo?
La Rochefoucald un filósofo clásico y de una época bien distinta (alrededor de 1650) dijo: “Un hombre que no encuentra satisfacción en si mismo la busca en otra parte”
Joder, centrémonos ya.
Aprovechemos cada instante para conocernos mejor.
Seamos la mejor compañía a solas, para relacionarnos solamente cuando realmente podamos y queramos estar presentes.
Trabaja en ti.
Eres un Espíritu experimentando una vida humana, ámate y cuídate.
En clase, si quieres, te acompaño.
Un abrazo familia.
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