Lo que eres.

Ves, sientes y como te hablas.

Analizando desde el cariño lo que te confronta, con humildad.

Observando tus propios demonios con la intención de evitar que te quemen, pero te movilicen lo necesario.

Sin dudas, con aceptación y amor.

Con el amor suficiente para no echar chispas ni sobre ti, ni nadie.

Para aclararte.

Sanando quien eres, sanas tus relaciones.

Y solo en las experiencias compartidas somos capaces de ver que hay al otro lado del espejo. Enfrente o a nuestra espalda.

Que no importe darse la vuelta, mirarnos del derecho y del revés.

Que dé igual si lo que observas no te gusta mucho.

Que solo cuente verse completo y a trozos.

Y amarse a lo loco, tal cuál.

La temporada del equilibrio, la armonía y la igualdad ha llegado.

Yo ya siento mis malabares en el pecho.

¿Tu?