Y con calma.
Si partes de la idea que hay un plan perfecto que está por encima de ti y tu consciencia es más fácil.
Pasan cosas que requieren de nuevas miradas y subidos en un fórmula uno es imposible apreciarlas.
Estas cambiando, has cambiado y lo sabes.
Seguir haciendo correr la rueda desde ese nuevo sentir, emocionarse, valorar y tener sentido es raro. Y confronta en muchas ocasiones, no solo con los demás, sino contigo mismo.
Y el cambio no es real ni verdadero hasta que no hay una nueva experiencia desde él. Imprescindible que haya una acción, experiencia, intercambio, que se sienta en el cuerpo físico. Sino es un anhelo, que no se hace realidad.
En estas fechas hacemos un repaso de nuestro año y tomamos consciencia de toda revisión y reajuste necesario. Es importante que seamos capaces de ver la oportunidad que nos brinda este proceso sin angustia, ni miedo. Es necesario mirar a la cara las emociones que nos pueden inundar y las usemos con el propósito para el que aparecen. Sin látigos ni exigencias, viviéndolas despacio.
Y tras la escucha y la caída de máscaras, que podamos vivir el proceso de transición con responsabilidad y amor hacia nuestras necesidades. Tomando las decisiones necesarias para vivir de acorde con quien somos ahora.
Aprovecha al máximo la ocasión que nos brinda la vida. Apréciala.
Tratemos de ser agradecidos, compasivos, alegres y templados.
Tiene premio.
¡Nos vemos en clase familia!
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