No pasa nada por apartarse del barullo. De hecho es más que saludable, es necesario.
Cuando hay mucho ruido afuera, suele pasar lo mismo dentro. Y todos requerimos del silencio para aquietar nuestra mente solemnemente habladora.
Para que hable bajito pero explicándolo todo. Dejando espacio para que saque lo que no nos sirve, lo tire a la basura y permita que entre la información nueva.
Seleccionando lo que importa y nutre, apartando la paja.
Hay personas a las que les resulta muy fácil, aparentemente, tener claras sus prioridades. La mayoría es fruto del esfuerzo de años de autoconocimiento y de pérdida de peso en la mochila.
Te recomiendo que aprecies esa facultad sin juzgarla, hay muchas lágrimas detrás de esa capacitación. Y voy a ir más allá, que te sirvan de faro.
Cada uno calza sus propios zapatos, pero es un buen ejemplo a seguir saber poner límites y reconocer aquello que nos frena a diario.
Te aclaro: los límites no vienen de fuera, están en tu cabeza.
Ahora mismo hay un exceso de información y de energía volátil que invita a la reflexión aún con más fuerza. Sobretodo para que nuestro sistema nervioso no colapse y tire del recurso de bajar tu sistema inmune al suelo, enfermar o ponerte a gritar en un ataque de ira. Verás mucho de esto a tu alrededor, obsérvalo.
Aprovecha y aíslate un rato.
Respira consciente 3 minutos de nada y sé tu el cambio que pretendes en el Mundo.
Sólo con los pies en la tierra se mantiene la cabeza enfocada en el Cielo.
Te veo en clase o en sesión, un beso.
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